domingo, 7 de abril de 2013

JOSÉ A. MUÑOZ ROJAS.


"El corazón discurre sobre estos campos. Lo llevan los ojos, los oídos, el olfato. Se hace sentido. Lo sabe, lo acecha todo, lo espera todo, se tiende sobre la tierra, se abriga entre dos surcos, pasa entre los olivos. La belleza es un vuelo. ¿Quién lo dijo? No se está quieta en las cosas y no se mueve de ellas. Dentro y fuera. ¿Cómo decirlo? Parece que somos pozos oscuros, hondos, donde nada llega. Y asomándonos, está todo. La loma, el peñascal, la vera de la zanja, la desazón, la felicidad acechadora, la alegría que apunta, la sombra cernida. ¡Ay corazón, lento y oscuro!"

          José A. Muñoz Rojas, “El corazón y el campo”.
          Fotografía: Leszek Paradowski.

"Sé algo de la tierra y sus gentes. Conozco aquella en su ternura y en su dureza, he andado sus caminos, he descansado mis ojos en su hermosura. Los cierro y la tengo ante mí. Tierras duras, alberos y polvillares, breves bugeos, largos cubriales ; aquí se riza una loma, allá se quiebra una cañada, se extiende una albina, tiembla un sisón de vuelo lento. Todo el campo vuela pausadamente"

       
José A. Muñoz Rojas, “Las cosas del campo”.
          Fotografía: Rui Pires.

"Me bastan pocas cosas. Tú. Y quedarse.
Y mirar."

           De “Póstumos a Rosa”.
          Fotografía: W. Ronis.

"Polvo y dureza en el campo. Reina lo duro: el olivo, la paja reseca. El verde se defiende mal. Al centro del día el campo se queda mudo. Tal vez la chicharra. Que no se sienta un arroyo que el campo se volcará de sed. Tanta tiene. Hay que dejar que el sol se desfogue y buscar la sombra, la recachita, la penumbra…
Con un filo de luna en el cielo nos volvemos. Los maíces tienen un peculiar rumor con el viento: suenan a acero. Y por el camino, entre el polvo, brillan y desaparecen, conforme vamos avanzando, los ojos encendidos de las zumayas."
                                        De "las cosas del campo".
  





          "No sabemos nada
si no es del leve instante. Somos
             tan verdaderamente de él como es el ala
         del aire en que se apoya. Sin embargo,
        algo pudiera hacerse amando un poco
y llenar el mañana de ternura
 con citarlo diciendo simplemente:
        Sobre las ocho en punto donde sabes."


          Fotografía: Jack Spencer.

!Y esperamos. A veces es algo áspero este roce del corazón.
Todo por fuera está inmutable y algo por dentro roza.
¿Qué será? Un gran aletazo del amor nos sacará a su luz.
Quedará todo limpio. Allá en nuestro rinconcillo, el amor
sigue. Oh campo, esta hermosura no tiene página ni espejo
y sólo, a veces, se deja seducir por el temblor de la palabra,
por la insinuación de la poesía. Pero, ¿recogerte, encerrar-
te? ¿Quién pone puertas al campo?"
                              De "Las puertas del campo".



“…la huida, por fin, de todo a todo, a lomos de la dicha…”





"¿Quién sabe las razones de un amor? Son secretas como
las aguas bajo la tierra, que luego salen en manantial donde
 menos se espera. Nada se guarda y el amor menos que
nada. A fuerza de pasar los ojos sobre este campo, lo vamos
conociendo como el cuerpo de una enamorada, distinguimos
 todas sus señales, sabemos la ocasión del gozo, la de la
esquivez. ¡Oh enorme cuerpo del amante!... en todo te he buscado."


           De “Las puertas del campo”.

          En la foto, José A. Muñoz Rojas y Lourdes Bayo, en la Casería del Conde, Antequera, verano de 2004.


“Eran melancólicas las tardes de verano. Abrían los deseos, ponían a la esperanza en carne viva. Comenzábamos a sentir la inutilidad forzada, el dulce desperdicio de las horas, las manos delicadas de la angustia. Y al mismo tiempo un enriquecimiento, la seguridad de que la tarde no se iba, que se quedaba alta sobre nuestra vida con sus rumores y olores, con su realidad de ensueño y esperanza.”


(LO MÁS PRODIGIOSO ES TU INVENTO DE CADA DÍA.)
Lo más prodigioso es tu invento de cada día,
que llenes este vacío que es vivir sin ti, contigo,
que son lo mismo latido y tu paso en mis adentros,
que no hay soledad que tú no puebles,
de manera que eso que llamo mi soledad
eres tú, como eres mi libertad.


          Fotografía: Rachel Querrien.

"Y se nos va la mayor parte de la delicia sin recogerla."
                                     De "Las cosas del campo".





Siempre está lo inexpresable
en su pugna con la palabra
ofrecida inútilmente,           
rumor de ola insistiendo     
en la orilla.



                                           Fotografía: Donata Wenders.

“…los muchos fantasmas del yomismo
que soy,
si me desenterrara y me rayera
de este yomismo que soy,
quizá sería un hombre libre”.

       
          En la foto, José A. Muñoz Rojas, en su casa de Casería del Conde.


Gracias, Señor, por lumbre, por ribera,
por amoroso muro y por semilla,
 por la mar que se postra y por la quilla
 por molino y besana, troje y era.

Por sangre, por mirada, por ladera
que la vid ennoblece, y donde brilla
en tus piedras el sol, por faz sencilla
 y flor en zanja y mariposa en vera.

Por darme y por no darme, por tenerme
de tanto sueño el corazón colmado,
 y de tanta esperanza de ternura

embebidos los huesos, por haberme
 mis techos con tu paz tan bien cargado
gimen ya las vigas de ventura.

         José A.Muñoz Rojas, de “Abril del alma”




        
  No me hables de nuncas que no existen,
sino de siempres nuestros para siempre,
o quizá todavías que nos aguardan.

          José A. Muñoz Rojas, de “Novísimos a Rosa”.


          Fotografía: Mathieu Roggero.

“…No toques
más de lo justo el corazón, que puede
hacerse añicos. No suspires. Deja
que el tiempo llevará lo suyo. Deja
que el tiempo traerá lo suyo.”.



Y se queda uno con la esperanza,

colgando de su delgado hilo
de tantas cosas colgando,
de tantas esperanzas deshaciéndose,
con tanto temor oculto,
con tantos olvidos como caben
en un instante, tantos olvidos
vividos y padecidos,
como para llenar una estrella.


          José Antonio Muñoz Rojas, del poema “Etereidad”.
         








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