“Otros podrán hablar de cómo se marchita
y decae la hermosura corporal, pero tú sólo deseas recordar su esplendor
primero, y no obstante la melancolía con que acaba, nunca quedará por ella
oscurecido su momento. Algunos creyeron que la hermosura, por serlo, es eterna,
y aun cuando no lo sea, tal en una corriente el remanso nutrido por idéntica
agua fugitiva, ella y su contemplación son lo único que parece arrancarnos al
tiempo durante un instante desmesurado.”
Luis Cernuda, “Ocnos”.
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