Cartas a Clara
Juan Rulfo
México, D.F. 26 de mayo de 1947
Querida chachinita:
¿Nunca te he contado el cuento de que me caes re bien? Pues si ése ya lo sabes te voy a contar otro…
Vinieron los años buenos en que comenzó a ver acercarse un sueño. El mejor de todos. Grande y enormemente hermoso. Era una muchachita rete horripilante que levantaba la ceja para mirar a los seres despreciables que iban a su lado.
Así era desde lejos. Pero más cerca, cuando se veía todo lo que ella era claramente, cuando uno se asomaba a sus ojos, el cariño cegaba todas las demás cosas y uno ya jamás quería separarse de su lado.
Ese sueño que eres tú todavía dura. Durará siempre, porque siento como que estás dentro de mi sangre y pasas por mi corazón a cada rato.
Me dices muchas malas palabras en tu carta. Cosas como esa de que te vas a morir de tanto enflaquecer. Pero no es cierto. Nadie mejor que yo sabe que te sobra mucha vida, pues yo también vivo de esa vida que tú tienes. Por eso no lo quiero creer. Sin embargo, pórtate bien con Clara, acuérdate que hay alguien que la quiere más que tú.
Además, me cuentas que te estás haciendo fea (siempre ha sido ella rete fea). Pero, ¿acaso no sabes que existe un Purgatorio lleno de llamas a un paso nada más de la condenación eterna, para las muchachitas que dicen mentiras?
Maye: Yo creía que este destierro en que vivo no iba a ser tan difícil. Quisiera encontrar las palabras para explicarte cuánta falta me haces y cómo quisiera que se acortaran los días para que pueda estar junto a ti. No, nunca creí que el amor que te fuera a tener me atormentara tanto. Ahora me conformo con tus cartas, con esos pedacitos de tu pensamiento, y beso tu nombre y las palabras allí escritas con tus manos tan dulcemente queridas.
Pero sé cuán poco falta para que ya no me conforme con eso y que tal vez, de pronto, deje todo cuanto me detiene aquí para ir a verte.
A veces, cuando pienso en eso, me digo: Juan, sé razonable. Pero, ¿acaso se puede ser razonable con el cariño que te tengo? Y una voz allá adentro responde: Sí, se puede. Ella quiere que lo seas. Quiere que aprendas de responsabilidades todo cuanto se puede aprender:
Claris:
Estas pláticas que yo tengo con mi conciencia son a veces muy largas, duran días enteros; por eso no resulta que me ponga a contártelas en esta pobre carta. De verdad, cuídate mucho, come y duerme bien y sueña con los angelitos y no en esta cosa maligna que soy yo.
Pero no me olvides.
Y que siempre seas igual, chachinita adorada.
Juan
Querer que nunca termina.
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