"A veces es necesario robar un poco de belleza para seguir viviendo".Teresa Imízcoz.
viernes, 6 de julio de 2012
domingo, 13 de mayo de 2012
jueves, 26 de abril de 2012
Max Aub, "Aforismos en el laberinto".
“El que más sabe siempre está solo. El
que va delante siempre está solo.”
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“El amor es darse sin darse, entregarse
y continuar siendo. Juego, en el mejor sentido de la palabra. Encontrarse
en otro ser, enlazarse, acabar siendo un nudo hecho de dos guitas distintas.”
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“Todo consiste en recortar la
imaginación, porque la imaginación nace del dolor. El ideal, ahora, es un mundo
sin imaginación. No estoy conforme.”
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“La cuestión es saber quién es uno, si
uno es uno, o los demás –o uno y los demás. Por eso andan perdidos los hombres.
Inventan teorías. Pero la verdad está dentro.¿Qué es adentro, lo que veo y me
rodea, o lo que siento? Así andamos, perdidos, de lo uno a lo otro.”
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“La libertad no hace felices a los
hombres. Los hace, simplemente, hombres”.
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“¿Qué es eso de traicionar? ¿Qué quiere decir? Ser fiel a sí mismo ¿es traicionar? Ser
infiel a una causa en la que ya no se cree ¿es traicionar? No: el quid está en el provecho. Una misma
cosa hecha con fines crematísticos, en vista de cualquier beneficio personal o
para salvar el alma, es traición o lealtad.”
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“La revolución, al precio de abandonar
lo humano, no vale la pena.”
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“Para mí, un intelectual es aquel para
quien los problemas políticos, son, ante todo, problemas morales.”
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“Si la luz cambia, también el espacio.
Si queremos hacer algo perdurable, suprimirlos, inventarlos.”
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“Dejarse llevar, pintar con lo de
adentro, a ojos cerrados.”
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“Arte: la inteligencia, la
trascendencia, la penetración, la vida convertida, para que la huelan, la
adivinen, la recreen los que lo merecen. Y nada del arte por el arte, sino el
arte por la vida, tras la vida por el arte. Decir lo que no se puede decir. El
arte: creación o no es.”
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“Lo feo: ¡tan hermoso!”
“Al hombre político nunca le importó ni
Dios ni el Diablo, como no sea para aliarse con uno de ellos si lo cree
conveniente para su causa.”
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“Si la razón no tiene que ver con la
inteligencia, no me interesa.”
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“Seguramente nos equivocamos de puerta
al nacer. Es difícil, lo reconozco, pero así fue: nos equivocamos de puerta al
nacer, éste no es el Mundo, es otro, en reparación, varado en la orilla del
mar. Una enorme ballena negra: ¡oh Melville!”
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“La literatura es pasión o no es. Cuando
el autor no está presente en lo que escribe, todo son botas; no hay otra medida
que uno mismo, o ponérselas, del número que sea.”
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“Escribir es ir descubriendo lo que se
quiere decir.”
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“Escribir es una larga paciencia; se
necesita un infatigable aprendizaje, hay que hacer arpegios de palabras como se
hacen escalas y, luego, a cada voz, a cada verbo, a cada adjetivo, hay que
señalarlos con el pulgar, darles forma nueva, vencerlos, con brillos encontrados con personal
esfuerzo, esa pátina vieja de moneda gastada por el uso. ¿Un sentido nuevo a
las palabras de la tribu?”
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“Pintar para mí, para ser, no para
seres. Pintar para permanecer. Mas ¿cómo permanecer sin seres?, ¿cómo ser sin
otros? Pintar para los demás, cueste lo que cueste: gran lección de humildad. O
callar: ser otro, ver lo que pintan los demás, sabiendo que podría ser igual.
De todos modos: humildad.”
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“No importará quién fui, sino lo que
hice. Apréndelo: no importará quién fuiste sino lo que hiciste. Sólo lo que se
hace se deja; quién eres no cuenta mañana.”
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“Pinto como puedo –no como quiero- y si
lo que hago interesa a algunos, miel sobre hojuelas, pero si no, ¿qué le voy a
hacer? No voy a ponerme por eso a pintar de otra manera.”
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“Decir las cosas tal como son, desde
adentro. Destriparlas, que la poesía sea una p, una o, una e, una s, una í, una a.”
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“Un idioma sin blasfemias no es
lenguaje. Una palabrota bien plantada, en su sitio, en su tierra, a su tiempo,
es insustituible. El reniego asienta y clave el idioma en tierra, contra los
cielos. Si los españoles no pudiéramos emplear interjecciones soeces nos íbamos
a ver negros.”
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“En los documentos nunca hay hijos de
puta. Y Dios sabe que son incontables.”
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“Las novelas tienen como base una cosa
real: la imaginación.”
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“Al fin y al cabo la literatura –por lo
menos la novela- es hija de la
duda. La fe da otros
cantos.”
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“Nuestra limitación es que estamos
metidos en un laberinto, un laberinto mágico.”
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“¿Cómo pueden vivir los que creen que
todo está escrito?”
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“¿Qué es ser hombre? Si las ideas
pudieran más que la amistad, yo renuncio.”
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“Determino en contra el determinismo. No
me manda nadie. Me echaron al mundo, me educaron, pero cuando tuve uso de
razón, pude disponer.”
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“El
hombre sin sus sueños, medio hombre; sin sueño, muere de la muerte más atroz;
abolir los sueños duele menos, pero el hombre no se reconoce sin ellos. El que
no sueña, está solo, irremediablemente."
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“”Cosa”. Horrenda palabra sin contornos.
Poesía, lo contrario de “cosa””
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“Escribir es descubrirse, en todos los
sentidos –desvestirse- ir quedándose desnudo, quedándose ante un desnudo
insospechado.”
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“No confundir nunca el arte con el buen
gusto.”
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“Escribe uno para poder vivir. Si no
escribiera no viviría. Escribo siempre. Escribí siempre -en las condiciones más difíciles, aun cuando
me era imposible. Escribo. Aun cuando no escribo, escribo. Escribo para
acordarme de lo que escribo, necesito escribir para poder vivir.
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A mí no me interesa la libertad en
abstracto. No, lo que a mí me gusta es andar de aquí para allá, y entrar, y
salir, y decir lo que me dé la
gana. Tal vez eso no sea la libertad –teóricamente- , pero,
para mí, se le parece bastante.
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No me importa el pensar de los demás,
sino mi propio respeto.
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Creo que no tengo derecho a callar lo
que vi para escribir lo que imagino.
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Escribo por no olvidarme.
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Escribo lo que me da la gana y como me
pasa por los cojones. Punto y basta.
miércoles, 28 de marzo de 2012
Luis Landero, "Entre líneas: el cuento o la vida".
“El
lector que Manuel es piensa a veces que la experiencia estética tiene mucho de
revelación personal, y que en esa medida es instransferible y casi
incomunicable. El profesor que Manuel es, sin embargo, piensa que, a pesar de
todo, algo se puede hacer: si no enseñar literatura, sí poner a los alumnos en
disposición de dejarse seducir por ella. Los dos, con los años, han ido
sucumbiendo a la paradoja de que la literatura se aprende, pero no se enseña.
Pero
luego viene la realidad con sus rebajas. Y la realidad es que un alumno medio
de bachillerato lee silabeando y a trompicones, tiene dificultades casi
insalvables para entender el editorial de un periódico, escribe con oraciones
simples donde apenas aparecen otros verbos que “ser” o “estar”, su bagaje léxico
es de supervivencia, quiere explicar algo y no le alcanzan las palabras. Pero,
eso sí, cuando salga a la calle, o cuando llegue a su casa, los hechiceros de
la cultura de masas, en complicidad con la mayoría de los ciudadanos, le
tendrán preparado el desquite por medio de algún espectáculo con el que hace
tiempo que no consigue conectar la cultura escolar. Lo que la escuela enseña,
el mal gusto social lo niega y escarnece.”
“Manuel
cree que existe en el hombre, desde su niñez, un saber espontáneo y difuso
sobre el que quizá habría que construir, como una prolongación lógica y
armoniosa, el edificio canónico del conocimiento. Pero a menudo, lo primero que
se hace en la escuela es destruir el encanto y la espontaneidad y convertir al
niño o al adolescente en un adulto prematuro. Se le pervierte estéticamente. Y
qué decir del lenguaje: antes que aprovechar la pasión y la inventiva
lingüística que hay en todo niño para fortalecer así su competencia idiomática,
se le enseñan requilorios gramaticales.
Manuel piensa que hay una cierta pedagogía insana, y un punto bellaca.”
“Manuel
cree que la lectura a menudo es un placer que cuesta, aunque sólo sea porque
supone aislamiento, concentración, esfuerzo, además de esclarecer o asumir
incertidumbres, cosa que siendo placentera es también problemática, como
cualquier actividad donde la mente y los sentidos han de estar en alerta y a
veces en tensión.”
“Tuve
una vida oscura, algún destello singular… Mi signo es la intermitencia; mi
pasión, cierta variedad de tendencias que me impiden el disfrute de mí mismo;
mi dulzura es la naturaleza y el verano, que es tanto como decir la melancolía
de la infancia; mi dolor es la insatisfacción crónica y la repentina falta de
entusiasmo; la literatura ha acabado por ser, después de la tormenta, una
reparación de daños. Cierta afección a la soñolencia, unida a la renuncia a
descubrir en mí el reino de Jauja, me inclinan a pensar que el cordaje vital se
me ha aflojado y estoy en la hora en que las melodías no son ni dulces ni
arrebatadoras, sino sólo el son del agua que fluye y pasa bajo el sueño.”
“Y
acaso ésa sea la materia última de la vida: la espera, el vislumbre de lo que
se nos promete pero que nunca se nos será concedido. Y la nostalgia de lo que
se perdió sin llegar ni remotamente a poseerlo. Relámpago en la oscuridad,
susurro en el silencio, caricia cierta en el vacío. El resto son los días que
quedan por vivir.”
Luis
Landero.
domingo, 4 de marzo de 2012
Enseñar hoy. Carlos García Gual.
¡Tristes profesores de Enseñanza
Secundaria! Muchos de ellos almacenan una excelente preparación profesional,
que les sirve de muy poco. Con frecuencia se encuentran agarrotados, maltratados,
confusos, desilusionados ante los planes de estudio y las reformas que marginan
sus enseñanzas -las humanísticas y las científicas también- con horarios
exiguos, y que privilegian el aprendizaje de técnicas y saberes prácticos o de
meros entretenimientos con títulos "políticamente correctos". Y que
se ven desconcertados, a la vez, por la desidia y el escaso interés de
numerosos alumnos, poco atentos y mal civilizados, y escasamente motivados,
como se dice, en sus estudios por un contexto social desfavorable. La
disciplina, la valoración del estudio esforzado, la memoria y la imaginación,
el disponer de tiempo para leer y refrescar las lecciones, requieren un apoyo y
una autoestima que se echa en falta en nuestros centros de enseñanza, mientras
proliferan la rutina burocrática, las reuniones de tiempo perdido, el
encasillamiento de las asignaturas y una jerga pedagógica más que lamentable.
Carlos
García Gual.
martes, 28 de febrero de 2012
El niño al que se le murió el amigo. Ana María Matute.
Una mañana se levantó y fue
a buscar al amigo, al otro lado de la valla. Pero el amigo no estaba, y, cuando volvió,
le dijo la madre:
-El amigo se murió.
-Niño, no pienses más en él y busca otros
para jugar.-El amigo se murió.
El niño se sentó en el quicio de la puerta, con la cara entre las manos y los codos en las rodillas. «Él volverá», pensó. Porque no podía ser que allí estuviesen las canicas, el camión y la pistola de hojalata, y el reloj aquel que ya no andaba, y el amigo no viniese a buscarlos. Vino la noche, con una estrella muy grande, y el niño no quería entrar a cenar.
-Entra, niño, que llega el frío -dijo la madre.
Pero, en lugar de entrar, el niño se levantó del quicio y se fue en busca del amigo, con las canicas, el camión, la pistola de hojalata y el reloj que no andaba. Al llegar a la cerca, la voz del amigo no le llamó, ni le oyó en el árbol, ni en el pozo. Pasó buscándole toda
martes, 21 de febrero de 2012
Laberinto.
“Vas a ser un perdido.
No me importa.
Me parece más triste
no saber dónde estoy”
Luis García
Montero..
jueves, 16 de febrero de 2012
La belleza y su contemplación.Luis Cernuda, "Ocnos".
“Otros podrán hablar de cómo se marchita
y decae la hermosura corporal, pero tú sólo deseas recordar su esplendor
primero, y no obstante la melancolía con que acaba, nunca quedará por ella
oscurecido su momento. Algunos creyeron que la hermosura, por serlo, es eterna,
y aun cuando no lo sea, tal en una corriente el remanso nutrido por idéntica
agua fugitiva, ella y su contemplación son lo único que parece arrancarnos al
tiempo durante un instante desmesurado.”
Luis Cernuda, “Ocnos”.
miércoles, 18 de enero de 2012
José Luis Sampedro, "Monte Sinaí", 1989.
“No he vuelto a arrepentirme de mis pocas
transgresiones llamadas oficialmente “pecado”; que fueron en verdad ejercicios
vitales, gestos de libertad contra las ataduras legítimas. De lo que me
arrepiento es de las ocasiones perdidas, de mis sacrificios inútiles y mis
autodenegados placeres. No haber hecho el amor con mi primera novia, para
empezar. Y después tantas renuncias: los estudios rutinarios y no deseados, los
acatamientos indebidos bajo la presión del ambiente…”
“Vivir ¿para qué? Hay muchas respuestas y muchos ni se plantean la pregunta: están vivos y, por tanto, viven. Otros dan la respuesta obvia: para enriquecerse.
Vivir
sencillo, apreciando tantos goces inadvertidos por muchos, los cotidianos
milagros de respirar, calmar la sed, oler la rosa y ver a una diosa en ella o
unas alas en el crepúsculo de oro y malva.
Vivir
también –y esa meta la hago mía- para hacerse. Todos se hacen, nos hacemos,
sabiéndolo o no, pero sólo si se es consciente de ello se vive de verdad, en
activo: colaborando con la vida en vez de dejarse llevar. Crearnos creando.”
“Tener a quienes nos quieren, y más aún en nuestro
desvalimiento y ocaso, es la culminación de quienes somos; es la seguridad,
hasta el final, de hacernos recibiendo, igual que nos hicimos dando.”
“Sigo por el sendero, sea éste el que sea, corto o largo, suave o
áspero, puente de los suspiros de los que se quedan. Para ellos pido a mi
oscuro galán que, al menos, sea un buen profesional y no me deje mucho tiempo a
medias, en ese limbo que quizás guste a otros pero que no es vida humana, sino
artificiosamente vegetal. El derecho a la vida incluye el de la muerte digna,
porque morirse también es vivir.
Corto o
largo, fácil o doloroso, hay que vivir el sendero con dignidad. Os daré lo que
me queda de lo que soy. Dadme la mano y adelante. En el umbral de los ochenta
años ya va siendo hora de empezar de nuevo”·.
José L. Sampedro, así acaba “Monte Sinaí.”
domingo, 15 de enero de 2012
Ya es de noche. Luis Cernuda.
“Ya es de noche. Vas a la ventana.
El jardín está oscuro abajo.
Ves el lucero dela
tarde
Latiendo en fulgor solitario.
Y quietamente te detienes.
Dentro de ti algo se queja:
Esa hermosura no atendida
Te seduce y reclama afuera.
Encanto de estar vivo, el hombre
Sólo siente en raros momentos
Y aún necesita compartirlos
Para aprender la sombra, el sueño.”
Luis Cernuda.Ves el lucero de
Latiendo
Y quietamente te detienes.
Dentro de ti algo se queja:
Esa hermosura no atendida
Te seduce y reclama afuera.
Encanto de estar vivo, el hombre
Sólo siente en raros momentos
Y aún necesita compartirlos
Para aprender la sombra, el sueño.”
jueves, 5 de enero de 2012
A mi ropa tendida. Claudio Rodríguez.
A MI ROPA TENDIDA
(El alma)
“Me la están refregando, alguien¡Yo
la eché a lo sucio para siempre, para
ya no lavarla más, y me servía!
¡Si hasta me está más justa¡ No la he puesto
pero ahí la veis todos, ahí, tendida,
ropa tendida al sol. ¿Quién es? ¿Qué es esto?
¿Qué lejía inmortal, y que perdida
jabonadura vuelve, qué blancura?
Como al atardecer el cerro es nuestra ropa
desde la infancia, más y más oscura
y ved la mía ahora. ¡Ved mi ropa,
mi aposento de par en par! ¡Adentro
con todo el aire y todo el cielo encima!
¡Vista la tierra tierra! ¡Más adentro!
¡No tenedla en el patio: ahí en la cima,
ropa pisada por el sol y el gallo,
por el rey siempre!
He dicho así a media alba
porque de nuevo la hallo,
de nuevo al aire libre sana y salva.
Fue en el río, seguro, en aquel río
donde se lava todo, bajo el puente.
Huele a la misma agua, a cuerpo mío.
¡Y ya sin mancha! ¡Si hay algún valiente,
que se la ponga! Sé que le ahogaría.
Bien sé que al pie del corazón no es blanca
pero no importa: un día…
¡Qué un día, hoy, mañana que es la fiesta!
Mañana todo el pueblo por las calles
y la conocerán, y dirán: «Esta
es su camisa, aquella, la que era
sólo un remiendo y ya no le servía.
¿Qué es este amor? ¿Quién es su lavandera?»
Claudio Rodríguez.
martes, 3 de enero de 2012
¡Qué importa cuántos años tengo! José Saramago.
“Frecuentemente me
preguntan que cuántos años tengo… ¡Qué importa eso!. Tengo la edad que quiero y
siento. La edad en que puedo gritar sin miedo lo que pienso. Hacer lo que
deseo, sin miedo al fracaso, o lo desconocido. Tengo la experiencia de los años
vividos y la fuerza de la convicción de mis deseos. ¡Qué importa cuántos años
tengo!. No quiero pensar en ello. Unos dicen que ya soy viejo y otros que estoy
en el apogeo. Pero no es la edad que tengo, ni lo que la gente dice, sino lo
que mi corazón siente y mi cerebro dicte. Tengo los años necesarios para gritar
lo que pienso, para hacer lo que quiero, para reconocer yerros viejos,
rectificar caminos y atesorar éxitos. Ahora no tienen por qué decir: Eres muy
joven, no lo lograrás. Tengo la edad en que las cosas se miran con más calma,
pero con el interés de seguir creciendo. Tengo los años en que los sueños se
empiezan a acariciar con los dedos, y las ilusiones se convierten en esperanza.
Tengo los años en que el amor, a veces es una loca llamarada, ansiosa de consumirse
en el fuego de una pasión deseada. Y otras en un remanso de paz, como el
atardecer en la playa. ¿Qué cuántos años tengo? No necesito con un número
marcar, pues mis anhelos alcanzados, mis triunfos obtenidos, las lágrimas que
por el camino derramé al ver mis ilusiones rotas… valen mucho más que eso. ¡Qué
importa si cumplo veinte, cuarenta, o sesenta!. Lo que importa es la edad que
siento. Tengo los años que necesito para vivir libre y sin miedos. Para seguir
sin temor por el sendero, pues llevo conmigo la experiencia adquirida y la
fuerza de mis anhelos. ¿Qué cuantos años tengo? ¡Eso a quién le importa!. Tengo
los años necesarios para perder el miedo y hacer lo que quiero y siento.”
José Saramago
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