A la cita contigo llegaré
aunque tarde. Recogeré
la primavera, llegaré con el pelo gris.
La has fijado muy arriba.
Marina
Tsvetáieva, del poema “Una cita”.
Fotografía;
Masao Yamamoto.
Entreveo, evoco casi sin comprender.
Como si nos hubieran echado del festín.
-¡Nuestra calle! -¡Cuántas veces
nosotros…!
¿Nuestra? Ya no. ¿Nosotros? Ya no.
Marina
Tsvetáieva.
Fotografía:
Leszek Paradowski.
Mi
día es desordenado y absurdo:
al
mendigo pido pan,
al
rico le ofrezco una limosna.
En
la aguja enhebro un rayo de luz,
al
ladrón le doy la llave,
con
polvos blancos encubro mi palidez.
El
mendigo no me da pan,
el
rico no acepta mi dinero,
el
rayo no pasa por la aguja.
El
ladrón entra sin llave,
y
la tonta llora a lágrima viva
ese
día sin gloria, día inútil.
29 de julio 1918
Marina
Tsvetáieva.
Fotografía:
Francesca Woodman.
La pasión según Marina Tsvetáieva.
CADA MAÑANA
Cada mañana,
Marina barre con la mano los papeles y los libros de su escritorio. Cada
mañana, conscientemente ahuyenta de su cabeza todos los asuntos de la vida
cotidiana. Cada mañana llena una pequeña taza con café y se lo bebe casi
hirviendo. Cada mañana, con la cabeza reposada y vacía de preocupaciones,
Marina se sienta ante la mesa y se pone a escribir, consciente de su
responsabilidad como escritora, de su destino de poeta. Es como una obrera que
cada día de tal hora a tal hora se sienta ante su máquina; y es como una
escolar, porque escribe siempre con una pluma de escolar común; nunca usará
estilográfica.
Con su letra
menuda y redonda, Marina va llenando un cuaderno tras otro. En ellos inscribe
sus poemas, sus narraciones, sus ensayos. Y si no tiene dinero para comprarse
un cuaderno, se lo cose ella misma. Todo lo que escribe, lo hace con la misma
autoexigencia como si el texto fuera destinado a ser publicado. Las cartas, que
forman parte importante y destacable de su obra, son tan creativas como sus
poemas. Y cualquier circunstancia de su vida, cualquier pena, cualquier
urgencia, queda subordinada a la hora de trabajar. El acto de escribir, para
Marina, es sagrado. Cada mañana, ése es su ritual. Cada mañana de su vida, sin
excepción.
Monika Zgustova.
En la foto, Marina Tsvetáieva.
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