Durar frente a un tema, el fragmento de
vida que hemos elegido como materia de nuestro trabajo, hasta extraer, de él o
de nosotros, la esencia única y exacta.
Durar frente a la vida, sosteniendo un
estado del espíritu que nada tenga que ver con lo vano e inútil, lo fácil, las
peñas literarias, los mutuos elogios, la hojarasca de la mesa de café.
Durar en una ciega, gozosa y absurda fe
en el arte, como en una tarea sin sentido explicable, pero que debe ser
aceptada virilmente, porque sí, como se acepta el destino. Todo lo demás es
duración fisiológica, un poco fatigosa, virtud común a las tortugas, las
encinas y los errores.
Juan
Carlos Onetti, “Réquiem por Faulkner y otros artículos”.
El sexo es maravilloso, es una felicidad
total si se emplea un producto que no se puede comprar en la farmacia: el amor.
Para mí fue más importante que la literatura. Si no existieran las mujeres, hubiera
escrito el doble de libros.
…Escribo a mano, siempre, y corrijo
poco. Cortar, sí, mucho, pero corregir casi nada. Tengo una sensación visual,
la de dibujar letras.
…Creo que toda la gente tiene una zona
de pureza. A veces se murió para siempre; a veces, misteriosamente, renace. Eso
lo he visto en muchas mujeres que la buena sociedad desprecia.
…Nunca iría a una peña literaria, las
odio; nunca iría a dar una conferencia, para mí es vergonzoso. Y sigo
detestando a esos “intelectuales” que opinan sobre todo y no son más que
bocasucias.
…No sé lo que es la literatura. Para
mí ha sido siempre una fuente de felicidad.
Juan
Carlos Onetti.
Es que mi imagen –ustedes me lo
muestran- avanza, desde hace tiempo, separada de mí.
Mientras yo permanezco adolescente,
calmo, interesado en lo que importa, bondadoso y humilde por indiferencia y por
la asombrosa seguridad de que no hay respuestas, ella, mi cara, ha envejecido,
se ha puesto amarga y tal vez esté contando o invente historias que no son mías
sino de ella.
JUAN CARLOS ONETTI, “Autorretrato”.
Hay un sólo camino. El que hubo siempre.
Que el creador de verdad tenga la fuerza de vivir solitario y mire dentro suyo.
Que comprenda que no tenemos huellas para seguir, que el camino habrá de
hacérselo cada uno, tenaz y alegremente, cortando la sombra del monte y los
arbustos enanos.
^^^^
Yo quiero expresar nada más que la
aventura del hombre.
Escribo para mí. Para mi placer. Para mi
vicio. Para mi dulce condenación.
…hay tres cosas que a mí me han
sucedido, me suceden, que tienen similitud: una dulce borrachera bien graduada,
hacer el amor, ponerme a escribir.
^^^^
Cuando un escritor es algo más que un
aficionado…podrá verse obligado por la vida a hacer cualquier clase de cosa,
pero seguirá escribiendo…Escribirá porque sí, porque no tendrá más remedio que
hacerlo, porque es su vicio, su pasión y su desgracia.
Juan
Carlos Onetti, “Réquiem por Faulkner y otros artículos”.
Mi imagen y yo, no lo olvido, es el
título de la composición que debo escribir para figurar en la selección de
cabezas o jetas tan inmortales como latinoamericanas que ustedes quieren reunir
en libro. Allá ustedes.
… En cuanto a mí, hace muchos años que
aprendí el arte de afeitarme al tacto para evitar la opinión del espejo, para
acudir al trabajo sin el peso de otra depresión…
Es que mi imagen –ustedes me lo
muestran- avanza, desde hace tiempo, separada de mí.
Mientras yo permanezco adolescente,
calmo, interesado en lo que importa, bondadoso y humilde por indiferencia y por
la asombrosa seguridad de que no hay respuestas, ella, mi cara, ha envejecido,
se ha puesto amarga y tal vez esté contando historias que no sean mías sino de
ella.
Claro está que no reniego de mi cara; y
los lazos sanguíneos y legales que nos unen me obligarán siempre a salir en su
defensa, con justicia o no.
Juan
Carlos Onetti, “Réquiem por Faulkner y otros artículos”.
No soy estudioso ni crítico y jamás
perdería el tiempo reflexionando sobre mis libros. Aseguro que nunca he releído
una obra mía. Sí he hojeado alguna y el resultado siempre es dual: o me insulto
por no haber trabajado más algún párrafo o me insulto diciéndome “que esto es
muy bueno, que ya nunca volveré a escribir tan bien”.
…Si tuviera el poder suficiente, que
nunca tendré, haría un solo cercenamiento a la libertad individual: decretaría,
universalmente, la lectura obligatoria del “Quijote”.
Juan
Carlos Onetti.
Siempre sobrevivirá en algún lugar de la
Tierra, un hombre distraído que dedique más horas al ensueño que al sueño o al
trabajo y que no tenga otro remedio para no perecer como ser humano que el de
inventar y contar historias. También estamos seguros de que ese hombre
encontrará un público afectado por el mismo veneno, que se reúna para rodearlo
y escucharlo mentir. Y será imprescindible que ese supuesto sobreviviente preferirá hablar con
la mayor claridad que le sea posible de la absurda aventura que significa el
paso de la gente sobre la Tierra y que evitará, también dentro de lo posible,
mortificar a sus oyentes con literatosis.
Juan
Carlos Onetti, “Réquiem por Faulkner y otros artículos”.
“Tal vez nos convirtamos en sirvientes
de la cibernética.
Pero sentiremos que siempre sobrevivirá en algún lugar de la
Tierra un hombre distraído que dedique más horas al ensueño que al sueño o al
trabajo y que no tenga otro remedio para no perecer como ser humano que el de
inventar y contar historias. También estamos seguros de que ese hipotético y
futuro antisocial encontrará un público afectado por el mismo veneno, que se
reúna para rodearlo y escucharlo mentir.”
JUAN
CARLOS ONETTI.
…todos los que vivían allí estaban
condenados a esperar conmigo, sabiéndolo o no, boqueando como idiotas en el
calor amenazante y agorero, atisbando la breve tormenta grandilocuente y la
inmediata primavera que se abriría paso desde la costa para transformar la
ciudad en un territorio feraz donde la dicha podría surgir, repentina y
completa, como un acto de la memoria.
Juan
Carlos Onetti, “La vida breve”.
En
la foto, J.C.Onetti con Dorotea Muhr.
De
Julio Cortázar a J.C. Onetti.
Paris, 12 de enero de 1980
Querido Onetti:
Una vez más encontré todo ahí, todo lo que
te hace diferente y único entre nosotros. La gran maravilla es que el
reencuentro no supone la menor reiteración ni la menor monotonía. Parecería
casi imposible después de la saturación que dejan en la memoria tus libros
anteriores, pero es así: todo es otra vez nuevo bajo el sol, mal que le pese al
viejo Eclesiastés.
Con pocos escritores me ocurre eso. Los
leo hasta un punto dado y después pienso, "muchachos, sigan solos, yo me
corto en la esquina". Con los años, prefiero autores nuevos, probar otras
marcas de whisky. Y ... pasa que tu novela [*] es eso, siempre whisky pero con
un sabor que es el mismo y diferente. Pasa que una vez más has escrito un gran
libro, y lo que parecía irrepetible se repite sin repetirse, si me perdonás
esta jerga que busca abrirse paso y se enreda un poco.
Medina, carajo. Qué tipo sos, Onetti. En
fin, tu libro lo voy a caminar mucho por las calles de Paris (ojalá, alguna
vez, de Buenos Aires).
Un abrazo,
Julio
No hay comentarios:
Publicar un comentario