domingo, 9 de junio de 2013

J,C. ONETTI, ESCRITOS.


Durar frente a un tema, el fragmento de vida que hemos elegido como materia de nuestro trabajo, hasta extraer, de él o de nosotros, la esencia única y exacta.
Durar frente a la vida, sosteniendo un estado del espíritu que nada tenga que ver con lo vano e inútil, lo fácil, las peñas literarias, los mutuos elogios, la hojarasca de la mesa de café.
Durar en una ciega, gozosa y absurda fe en el arte, como en una tarea sin sentido explicable, pero que debe ser aceptada virilmente, porque sí, como se acepta el destino. Todo lo demás es duración fisiológica, un poco fatigosa, virtud común a las tortugas, las encinas y los errores.

          Juan Carlos Onetti, “Réquiem por Faulkner y otros artículos”.
          

         

           
El sexo es maravilloso, es una felicidad total si se emplea un producto que no se puede comprar en la farmacia: el amor. Para mí fue más importante que la literatura. Si no existieran las mujeres, hubiera escrito el doble de libros.
…Escribo a mano, siempre, y corrijo poco. Cortar, sí, mucho, pero corregir casi nada. Tengo una sensación visual, la de dibujar letras.
…Creo que toda la gente tiene una zona de pureza. A veces se murió para siempre; a veces, misteriosamente, renace. Eso lo he visto en muchas mujeres que la buena sociedad desprecia.
…Nunca iría a una peña literaria, las odio; nunca iría a dar una conferencia, para mí es vergonzoso. Y sigo detestando a esos “intelectuales” que opinan sobre todo y no son más que bocasucias.
…No sé lo que es la literatura. Para mí ha sido siempre una fuente de felicidad.

          Juan Carlos Onetti.


Es que mi imagen –ustedes me lo muestran- avanza, desde hace tiempo, separada de mí.
Mientras yo permanezco adolescente, calmo, interesado en lo que importa, bondadoso y humilde por indiferencia y por la asombrosa seguridad de que no hay respuestas, ella, mi cara, ha envejecido, se ha puesto amarga y tal vez esté contando o invente historias que no son mías sino de ella.
JUAN CARLOS ONETTI, “Autorretrato”.


Hay un sólo camino. El que hubo siempre. Que el creador de verdad tenga la fuerza de vivir solitario y mire dentro suyo. Que comprenda que no tenemos huellas para seguir, que el camino habrá de hacérselo cada uno, tenaz y alegremente, cortando la sombra del monte y los arbustos enanos.
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Yo quiero expresar nada más que la aventura del hombre.
Escribo para mí. Para mi placer. Para mi vicio. Para mi dulce condenación.
…hay tres cosas que a mí me han sucedido, me suceden, que tienen similitud: una dulce borrachera bien graduada, hacer el amor, ponerme a escribir.
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Cuando un escritor es algo más que un aficionado…podrá verse obligado por la vida a hacer cualquier clase de cosa, pero seguirá escribiendo…Escribirá porque sí, porque no tendrá más remedio que hacerlo, porque es su vicio, su pasión y su desgracia.

          Juan Carlos Onetti, “Réquiem por Faulkner y otros artículos”.


Mi imagen y yo, no lo olvido, es el título de la composición que debo escribir para figurar en la selección de cabezas o jetas tan inmortales como latinoamericanas que ustedes quieren reunir en libro. Allá ustedes.
… En cuanto a mí, hace muchos años que aprendí el arte de afeitarme al tacto para evitar la opinión del espejo, para acudir al trabajo sin el peso de otra depresión…
Es que mi imagen –ustedes me lo muestran- avanza, desde hace tiempo, separada de mí.
Mientras yo permanezco adolescente, calmo, interesado en lo que importa, bondadoso y humilde por indiferencia y por la asombrosa seguridad de que no hay respuestas, ella, mi cara, ha envejecido, se ha puesto amarga y tal vez esté contando historias que no sean mías sino de ella.
Claro está que no reniego de mi cara; y los lazos sanguíneos y legales que nos unen me obligarán siempre a salir en su defensa, con justicia o no.

          Juan Carlos Onetti, “Réquiem por Faulkner y otros artículos”.



No soy estudioso ni crítico y jamás perdería el tiempo reflexionando sobre mis libros. Aseguro que nunca he releído una obra mía. Sí he hojeado alguna y el resultado siempre es dual: o me insulto por no haber trabajado más algún párrafo o me insulto diciéndome “que esto es muy bueno, que ya nunca volveré a escribir tan bien”.
…Si tuviera el poder suficiente, que nunca tendré, haría un solo cercenamiento a la libertad individual: decretaría, universalmente, la lectura obligatoria del “Quijote”.

          Juan Carlos Onetti.
          



Siempre sobrevivirá en algún lugar de la Tierra, un hombre distraído que dedique más horas al ensueño que al sueño o al trabajo y que no tenga otro remedio para no perecer como ser humano que el de inventar y contar historias. También estamos seguros de que ese hombre encontrará un público afectado por el mismo veneno, que se reúna para rodearlo y escucharlo mentir. Y será imprescindible que ese  supuesto sobreviviente preferirá hablar con la mayor claridad que le sea posible de la absurda aventura que significa el paso de la gente sobre la Tierra y que evitará, también dentro de lo posible, mortificar a sus oyentes con literatosis.

          Juan Carlos Onetti, “Réquiem por Faulkner y otros artículos”.
          

“Tal vez nos convirtamos en sirvientes de la cibernética. Pero sentiremos que siempre sobrevivirá en algún lugar de la Tierra un hombre distraído que dedique más horas al ensueño que al sueño o al trabajo y que no tenga otro remedio para no perecer como ser humano que el de inventar y contar historias. También estamos seguros de que ese hipotético y futuro antisocial encontrará un público afectado por el mismo veneno, que se reúna para rodearlo y escucharlo mentir.”
          JUAN CARLOS ONETTI.


…todos los que vivían allí estaban condenados a esperar conmigo, sabiéndolo o no, boqueando como idiotas en el calor amenazante y agorero, atisbando la breve tormenta grandilocuente y la inmediata primavera que se abriría paso desde la costa para transformar la ciudad en un territorio feraz donde la dicha podría surgir, repentina y completa, como un acto de la memoria.

          Juan Carlos Onetti, “La vida breve”.
          En la foto, J.C.Onetti con Dorotea Muhr.

De Julio Cortázar a J.C. Onetti.
Paris, 12 de enero de 1980
Querido Onetti:
Una vez más encontré todo ahí, todo lo que te hace diferente y único entre nosotros. La gran maravilla es que el reencuentro no supone la menor reiteración ni la menor monotonía. Parecería casi imposible después de la saturación que dejan en la memoria tus libros anteriores, pero es así: todo es otra vez nuevo bajo el sol, mal que le pese al viejo Eclesiastés.
Con pocos escritores me ocurre eso. Los leo hasta un punto dado y después pienso, "muchachos, sigan solos, yo me corto en la esquina". Con los años, prefiero autores nuevos, probar otras marcas de whisky. Y ... pasa que tu novela [*] es eso, siempre whisky pero con un sabor que es el mismo y diferente. Pasa que una vez más has escrito un gran libro, y lo que parecía irrepetible se repite sin repetirse, si me perdonás esta jerga que busca abrirse paso y se enreda un poco.
Medina, carajo. Qué tipo sos, Onetti. En fin, tu libro lo voy a caminar mucho por las calles de Paris (ojalá, alguna vez, de Buenos Aires).
Un abrazo,
Julio


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