"Aparecen con frecuencia las palabras de
verdad –palabras de comunión- por transparencia, una sola quizá bajo todo un
hablar; se dibujan a veces en los espacios de un texto. Y en los venturosos
pasajes de la poesía y del pensamiento aparecen inconfundiblemente entre las
del uso. Mas ellas saltan diáfanamente, promesa de un orden sin sintaxis, de la
unidad sin síntesis, aboliendo todo el relacionar. Suspendidas, hacedoras de
plenitud, aunque sea en un suspiro.
Parece que vayan a brotar del pasmo del
inocente, del asombro; del amor y de sus aledaños, formas de amor ellas mismas.
Y es al amor al que siempre le faltan. Y por ello resaltan inconfundiblemente
cuando en el amor se encuentra alguna; es única entonces, sola. Y por ello
palabra de la soledad única del amor y de su gracia".
¿Cuándo se ha visto un alma ensimismada?
…El alma se mueve por sí misma, va a
solas, y va y vuelve sin ser notada, y también siéndolo…De condición alada y
dada a partir, se conduce como una paloma….Parece saber algo que no comunica,
que siendo tan afín con las palabras nunca dice".
“El claro del bosque es un centro en el
que no siempre es posible entrar, desde la linde se le mira y el aparecer de
algunas huellas de animales no ayuda a dar ese paso. Es otro reino que un alma
habita y guarda. Algún pájaro avisa y llama a ir hasta donde vaya marcando su
voz. Y se la obedece; luego no se encuentra nada, nada que no sea un lugar
intacto que parece haberse abierto en ese solo instante y que nunca más se dará
así. No hay que buscarlo. No hay que buscar. Es la lección inmediata de los
claros del bosque: no hay que ir a buscarlos, ni tampoco a buscar nada en
ellos. Nada determinado, prefigurado, consabido.”
"Hay que dormirse arriba en la luz.
Hay que estar despierto abajo en la
oscuridad intraterrestre, intracorporal de los diversos cuerpos que el hombre
terrestre habita: el de la tierra, el del universo, el suyo propio.
Allá, en “los profundos”, el corazón vela,
se desvela, se reenciende en sí mismo.
Arriba, en la luz, el corazón se
abandona, se entrega. Se recoge. Se aduerme al fin ya sin pena…"
Fotografía:
Leszek Paradowski.
"Lo propio de la acción de la
sensibilidad es convertir en vida lo que le toca; en una vida disponible ya
para una mayor revelación…"
Fotografía:
Masao Yamamoto.
"Los pasos del hombre sobre la tierra
parecen ser la huella del sonido de su corazón que le manda marchar, gozoso,
cuando se siente formar parte de un cortejo en el que van otras criaturas
humanas y de otros reinos, en serenidad perfecta cuando se siente moverse al
par con los astros y aun con el firmamento mismo, y con el rodar silencioso de
la tierra".
"No sólo el lenguaje sino las palabras todas, por únicas que
se nos aparezcan, por
solas que vayan y por inesperada que sea su aparición,
aluden a una palabra perdida, lo
que se siente y se sabe de inmediato en angustia a veces, y
en una especie de alborear que la anuncia palpitando por momentos. Y también se
la siente latiendo en el fondo de la respiración misma, del corazón que guarda…
. ¿Y no estará ella señalada por aquellas privilegiadas
palabras apenas audibles como murmullo de paloma: “Diréis que me he perdido,
-Que, andando enamorada-, Me hice perdidiza y fui ganada".
!Respirar libre de todo acecho, de todo
peso de pasado, sin saber ni sentir el presente que llega a instalarse, por
puro que este presente sea, por desligado que parezca. Pues que espera el puro
don de ser sin empeño alguno. El don de ser embebido en el don de la vida, ser
y vida sin escisión ni diferencia alguna, pues que todo cuitar viene de que ser
y vida se le den por separado al hombre."
Fotografía:
Boguslaww Strempel.
"Tiende la belleza a la esfericidad. La
mirada que la recoge quiere abarcarla toda al mismo tiempo…Y la belleza en la
que luego discierne la inteligencia, elementos y relaciones, se ofrece al
aparecer como unidad sensible. Y la mente de quien la contempla tiende a
asimilarse a ella, y el corazón a bebérsela en un solo respiro, como su cáliz
anhelado, su encanto.
Porque la belleza al par que manifiesta
la unidad…se abre como una flor que deja ver su cáliz, su centro iluminado...Y
quien se asoma al cáliz de esta flor una, la sola flor, arriesga ser raptado."
"Algo que solamente puede reconocerse en
tanto que se siente, en esa especie, la más rara, del sentir iluminante, del
sentir que es directamente, inmediatamente conocimiento sin mediación alguna.
El conocimiento puro, que nace en la intimidad del ser, y que lo abre y lo
trasciende, el “diálogo silencioso del alma consigo misma” que busca aún ser
palabra, la palabra única, la palabra indecible; la palabra liberada del
lenguaje."
“De no tener vuelo el poeta, no habría
poesía, no habría palabra.”
Fotografía:
Masao Yamamoto.
"Es lo que sueña. Como todo lo encerrado,
sueña el corazón con escaparse, como todo lo encadenado, desprenderse, aun a
costa de desgarrarse. Como todo aquello que contiene algo precioso, con
derramarlo de una sola vez."
"Y así esta paz que proviene de sentirse
al descubierto y en sí mismo, sin irse a enfrentar con nada y sin andar con la
existencia a cuestas."
Fue en Segovia donde María Zambrano
descubrió las tres dimensiones de la palabra que actuarían de pilares de su
filosofía: la palabra filosófica, de la mano de su padre, un extremeño sabio,
de una sabiduría que supo aunar la experiencia vital con la erudición; la
palabra poética, de la voz de Antonio Machado, amigo de su padre y compañero en
numerosas empresas políticas y culturales de Segovia; y, por último, la palabra
mística, a través del contacto con los lugares sagrados que habitó San Juan de
la Cruz en esta tierra. Filosofía, poesía y mística, pues, aunados en un
pensamiento que nació en Segovia, en “un lugar –nos dice la autora- donde se da
el modo de visión que rescata a las cosas y a los seres de la confusión, de la
ambigüedad, de las variaciones impresas del roer del tiempo.”
Mercedes Gómez Blesa, de
la Introducción a “Claros del bosque”, Cátedra.
María Zambrano.
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